miércoles, 11 de marzo de 2015

NUEVO ORDEN MUNDIAL

Dos hechos emblemáticos marcaron el término de la “guerra fría en el año 1989: la caída del muro de Berlín y el desplome de la Unión Soviética. Fueron dos acontecimientos inesperados y espectaculares. El  muro de Berlín no era solamente una enorme pared de concreto levantada en 1961 por el gobierno marxista de la República Democrática Alemana, que partía en dos a una ciudad y que encerraba a diecisiete millones de alemanes, sino también el símbolo de la intransigente hostilidad entre dos sistemas filosófico-políticos. Y el colapso de la Unión Soviética, acompañado de la desintegración del bloque de países marxistas alineados bajo su poder, fue la caída de uno de los grandes imperios que ha conocido la historia.
Estos hechos, que ocurrieron en un lapso extremadamente corto, dieron a luz un nuevo orden político y económico internacional dominado por la superpotencia triunfadora de la guerra fría. La bipolaridad dio paso a la unipolaridad. Se produjeron importantes logros en el campo del desarme nuclear de alcance medio y corto. Terminó la confrontación armada. De las dos grandes alianzas militares contendientes, la una fue desmantelada y la otra hizo una conversión fundamental. Disuelto el Pacto de Varsovia, sus miembros recobraron su plena independencia. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en cambio, hizo un gran viraje. Y ocurrió lo impensable: la alianza atlántica abrió sus puertas para el ingreso de los países que habían formado parte de la alianza enemiga.

Hubo otro hecho importante en el curso de la terminación de la guerra fría: fue la masacre de Tiananmen, con la que se cerró en China un proceso de protestas populares que estalló en Pekín el 15 de abril de 1989. Fueron grandes manifestaciones callejeras —lideradas por estudiantes universitarios y trabajadores— que gritaron a favor de la libertad de expresión y de la implantación de un gobierno democrático en la República Popular de China. Ellas se prolongaron por varias semanas y tuvieron resonancias en numerosas ciudades chinas —incluidas Shanghai, Urumqi y Chongqin—, por cuyas calles y plazas marcharon centenares de miles de manifestantes disconformes con el régimen autoritario impuesto por el Partido Comunista.
EL MUNDO UNIPOLAR.     Con la disipación del conflicto Este-Oeste se puso evidencia la contradicción norte-sur, que va camino de agudizarse bajo el esquema unipolar de poder mundial. Con la desaparición de la amenaza “comunista” la potencia dominante carece hoy de los estímulos que ayer le indujeron a “ayudar” a los países del tercer mundo para que no cayeran en las garras de Moscú. Esto es muy grave. Y, en general, es también inconveniente para el planeta la presencia de una sola superpotencia dominante, que carece de un balance internacional de poder.
El mundo unipolar trajo una primera consecuencia de dimensión planetaria: la poderosa onda expansiva del neoliberalismo, con su Estado desertor, la derechización política de las cúpulas dirigentes, la globalización de las economías, la privatización indiscriminada de los bienes y activos públicos, la llamada “desregulación”, el sometimiento de la economía a las fuerzas del mercado y otras propuestas de esta índole. Con ellas advino una suerte de darwinismo económico que proclama la supervivencia del más apto en muchos lugares del planeta. Han renacido políticas de proteccionismo comercial en los países industriales con graves quebrantos para el mundo subdesarrollado. La agudizada dinámica de la acumulación del poder y de la riqueza causa estragos a la población pobre del planeta y las teorías económicas del “derrame” o del “goteo” en beneficio de los sectores desafortunados no han funcionado, como creían los ilusos o los interesados, ni pueden funcionar. La depresión económica tiene efectos sociales devastadores. La violencia sigue su curso. Se impone la ley del más fuerte. En fin, van en proceso de desvanecimiento las ilusiones que alentó la humanidad a partir de la conclusión de la guerra fría y dan ganas de gritar, al estilo de Madame Roland: ¡muro de Berlín, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
En la era digital el imperialismo es, en última instancia, el dominio de la ciencia y la tecnología. Se equivocan quienes piensan que el imperialismo es sólo fuerza física. Esa es una percepción reductora. El imperialismo es, sobre todo, manejo de la ciencia y la tecnología con fines de dominación internacional.

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