jueves, 5 de febrero de 2015

Dos hechos emblemáticos marcaron el término de la guerra fría en el año 1989: la caída del muro de Berlín y el desplome de la Unión Soviética en 1991. Fueron dos acontecimientos inesperados y espectaculares. El muro de Berlín no era solamente una enorme pared de concreto levantada en 1961 por el gobierno marxista de la República Democrática Alemana, que partía en dos a una ciudad y que encarcelaba a diecisiete millones de alemanes, sino también el símbolo de la intransigente hostilidad entre dos sistemas filosófico-políticos. Y el colapso de la Unión Soviética, acompañado de la desintegración del bloque de países marxistas alineados bajo su poder, fue la caída de uno de los grandes imperios que ha conocido la historia.


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