martes, 17 de febrero de 2015

LA DISOLUCIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

LA DISOLUCIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

La disolución de la Unión Soviética

El ocho de diciembre de 1991 los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania (Borís Yeltsin, Stanislav Shushkevich y Leonid Kravchuk respectivamente), firmaron un documento cuyo contenido principal está recogido en su preámbulo: “La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja de existir como sujeto de Derecho Internacional y realidad geopolítica”.
Formado en 1922 sobre las ruinas del antiguo Imperio ruso, aunque sin Finlandia y parte de Polonia, el nuevo Estado fue percibido como el sucesor del enorme feudo de los Románov. Durante casi setenta años ningún ciudadano de la URSS se dejó engañar por la frase “con derecho a la autodeterminación, incluso la secesión” que figuraba en la Carta Magna de la URSS, dándola por simple retórica. Todo estaba claro: de ahí no se separaba ni se “autodeterminaba” por su propia voluntad ni un solo metro cuadrado.
El coloso parecía eterno y ni siquiera el tremendo cataclismo de la invasión alemana de 1941 pudo quebrantar su poderío militar.
Sin embargo, el ocho de diciembre de 1991 los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, ex repúblicas de la URSS de población eslava, se reunieron en el coto natural de Belovézhskaya Puscha para firmar un acuerdo que pusiera fin a la Unión Soviética y establecer la Comunidad de Estados Independientes (CEI), inicialmente percibida por muchos habitantes de la URSS como el mismo perro con distinto collar.
Pero muy pronto se dieron cuenta de que no era así. El veinte de diciembre el jefe de un Estado que ya no existía, Mijaíl Gorbachov, renunció a la Presidencia de la Unión Soviética y declaró la disolución de la misma.
La firma del acuerdo de disolución de la URSS fue la culminación de una época convulsa llena de cambios. En medio del total fracaso de las reformas económicas y políticas de Gorbachov, la URSS se había visto sumida en un verdadero caos económico que pronto desembocó en una crisis política. Las repúblicas del enorme país se fueron declarando independientes una tras otra. El presidente Gorbachov y sus partidarios en el Partido Comunista y el Gobierno intentaron preservar la unidad del país mediante la firma de algún acuerdo capaz de prevenir una desintegración caótica y unir los pueblos que formaban parte del Estado en una confederación de Estados soberanos a la manera de la Unión Europea.
Para el veinte de agosto de 1991 había sido anunciada la firma del nuevo Tratado de la Unión. La URSS se convertiría en un Estado federativo compuesto por repúblicas soberanas con poderes mucho más amplios. Anteriormente, el diecisiete de marzo de 1991, en el país se había celebrado un plebiscito y el 76 % de los participantes se había pronunciado a favor de la preservación de la “Unión renovada” (tal fue la fórmula que se utilizó en la papeleta de votación).
Sin embargo, el día tres de marzo la república de Lituania ya había declarado su independencia; también el tres de marzo se habían pronunciado los habitantes de Letonia a favor de separarse de la URSS y el nueve de abril se celebró el plebiscito en la república de Georgia. Los georgianos votaron a favor de separarse de la URSS. Las demás repúblicas también estaban a punto de declararse independientes de las autoridades centrales de Moscú.
No obstante, la cúpula gobernante del Comité Central del Partido Comunista y del Gobierno de la URSS continuaba profesando ideas conservadoras y sentían inseguridad personal ante el futuro. El ala conservadora con ayuda del KGB procedió a los preparativos de la destitución del presidente de la URSS.
El intento de golpe de Estado fue emprendido en las primeras horas de la mañana del diecinueve de agosto de 1991. Por la televisión y la radio soviéticas se leyó el mensaje de un nuevo organismo de poder estatal: el Comité Estatal de Situación de Emergencia. Se suspendieron las actividades de todos los partidos políticos y en Moscú y en otras ciudades importantes entraron las tropas.
El mismo día, a las nueve de la mañana, el presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR, por sus siglas en ruso), Borís Yeltsin, transmitió un mensaje a los ciudadanos del país en el que calificaba la situación de “golpe de Estado reaccionario”. Yeltsin convocó una huelga general.
Gracias a la negativa de los militares y los comandos especiales de los servicios secretos, la intentona golpista fracasó pero sirvió de catalizador para los movimientos separatistas en las repúblicas que integraban la URSS. En el período del veinticuatro de agosto al dieciséis de diciembre se declararon independientes casi todas las repúblicas de la Unión Soviética.
Una de las primeras consecuencias de semejante golpe de timón de la historia del siglo XX fue la caída del orden mundial bipolar constituido por los Estados del Pacto de Varsovia, por una parte, y por los de la OTAN, por la otra.
Sin duda, la galopante historia de los años anteriores al derrumbe de la URSS y, sobre todo, la caída del muro de Berlín, no pudieron sino causar grietas en los muros del Kremlin. Sin embargo, los partidarios del primer presidente ruso, Borís Yeltsin, y los reformadores actuales mantienen que los acuerdos de Belovézhskaya Puscha fueron una inevitable formalidad dada la imposibilidad de conservar el Estado.
Otros siguen argumentando que el 76 % de los habitantes de las nueve repúblicas soviéticas donde se celebró el referendo se pronunciaron a favor de mantener la URSS y fueron los líderes del país los que no pudieron o no quisieron salvaguardarlo
CAÌDA DEL MURO DE BERLÌN



El 9 de noviembre de 1989 sucedió lo impensable en Alemania. El muro de Berlín, que partió en dos a la actual capital germana y que se convirtió en el símbolo de la división del pueblo alemán durante la guerra fría, cayó tras 28 años de haber sido construido.
Solo días antes de este acontecimiento, los berlineses, tanto occidentales como orientales, mantenían la sensación de que esta muralla de 155 kilómetros de extensión era infranqueable e indestructible.
Sin embargo, sucedió. El muro cayó tras una serie de hechos desencadenantes, provocando la euforia de los alemanes y de ciudadanos de otras partes del mundo que se enteraban de los sucesos a través de los cables de noticias o imágenes trasmitidas por satélite.

A la mañana siguiente de la primera noche que marcó el inicio de la caída del muro y con ello el de otros acontecimientos que devinieron en el fin de la guerra fría, el entonces alcalde del Berlín occidental, Walter Momper, dijo en un discurso: "Anoche el pueblo alemán fue el pueblo más feliz del mundo"
La caída del muro, tuvo su origen en la apertura de las fronteras entre Austria y Hungria en mayo de 1989. El primero de esos países pertenecía al bloque occidental mientras que Hungría era parte del bloque conocido como la cortina de hierro, países cuyos regímenes estaban bajo la influencia soviética. 
Ante esta apertura, cada vez más alemanes viajaban a Hungría para pedir asilo en las distintas embajadas de la República Federal Alemana. Esto, a su vez motivó enormes manifestaciones en varias ciudades de la RDA, las que llevaron a que, el 9 de noviembre de 1989, el gobierno se viera obligado a anunciar que el paso hacia el oeste estaba permitido.
Sin embargo, el hecho desencadenante fue la confusión de un portavoz del gobierno en una conferencia de prensa en la que, con el afán de calmar los ánimos de la población, daba a conocer la nueva norma que permitía salir del país sin requisitos previos.  
El miembro del Politburo de la RDA, Günter Schabowski, explicaba los pormenores de la disposición gubernamental, cuando el periodista Riccardo Ehrman de la agencia de noticias ANSA, le preguntó cuándo entraba en vigor la medida. Schabowski, quizá un poco nervioso, busco entre sus papeles y al no encontrar nada escrito respondió: "de inmediato".
Esa misma noche, miles de personas se agolparon en los puntos de control para poder cruzar a Berlín occidental. Una confundida guardia fronteriza que no tenía órdenes precisas de cómo actuar, dejó pasar a los primeros berlineses del este, quienes fueron recibidos al otro lado -entre abrazos y gestos efusivos de bienvenida- por un grupo de alemanes occidentales que habían llegado al lugar enterados de las noticia.

jueves, 5 de febrero de 2015

FIN DE LA GUERRA FRÌA

Dos hechos emblemáticos marcaron el término de la guerra fría: la caída del muro de Berlín en el año 1989 y el desplome de la Unión Soviética en 1991. Fueron dos acontecimientos inesperados y espectaculares. El muro de Berlín no era solamente una enorme pared de concreto levantada en 1961 por el gobierno marxista de la República Democrática Alemana, que partía en dos a una ciudad y que encarcelaba a diecisiete millones de alemanes, sino también el símbolo de la intransigente hostilidad entre dos sistemas filosófico-políticos. Y el colapso de la Unión Soviética, acompañado de la desintegración del bloque de países marxistas alineados bajo su poder, fue la caída de uno de los grandes imperios que ha conocido la historia.





Dos hechos emblemáticos marcaron el término de la guerra fría en el año 1989: la caída del muro de Berlín y el desplome de la Unión Soviética en 1991. Fueron dos acontecimientos inesperados y espectaculares. El muro de Berlín no era solamente una enorme pared de concreto levantada en 1961 por el gobierno marxista de la República Democrática Alemana, que partía en dos a una ciudad y que encarcelaba a diecisiete millones de alemanes, sino también el símbolo de la intransigente hostilidad entre dos sistemas filosófico-políticos. Y el colapso de la Unión Soviética, acompañado de la desintegración del bloque de países marxistas alineados bajo su poder, fue la caída de uno de los grandes imperios que ha conocido la historia.